Sérvulo Gutiérrez Alarcón Ica- Perú
Una primera modernidad artística, 1940-1947
La renovación pictórica iniciada con los Independientes empezó a consolidarse a inicios de la década de 1940. Muchos de los nuevos pintores, como Macedonio de la Torre, Carlos Quízpez Asín y Sérvulo Gutiérrez (1914-1961), habían estudiado en el extranjero. Sus opciones estéticas fueron adoptadas independientemente y, por lo tanto, variaron mucho entre sí. Mientras Sérvulo se inició con una figuración de riguroso formalismo, su lenguaje fue progresivamente derivando hacia el expresionismo que, para mediados de la década de 1950, llegó a extremos que otorgaron a su pintura un carácter singular. Quízpez Asín se mantuvo dentro del postcubismo, alternando entre el geometrismo y la figuración de superficies y colores planos. Macedonio de la Torre, en cambio, tendió hacia una investigación sostenida de las formas orgánicas que lo llevaría de manera progresiva hacia la abstracción en la década de 1950. Todos ellos practicaron una pintura en la que los valores formales adquirían mayor peso sobre los objetos o conceptos representados en el lienzo, y todos también dieron prioridad a temas ajenos al repertorio indigenista.
Atraído ya por la pintura y con el deseo de perfeccionar sus conocimientos, permaneció en Buenos Aires y trabajó durante varios años al lado de Emilio Pettorutti. Luego se dirigió a París (1938-1940), donde estudió libremente pintura y escultura.
Contexto histórico
La Segunda Guerra Mundial obliga al artista Sérvulo a regresar al Perú, donde continúa dedicado al arte y también a la bohemia. Con motivo de celebrarse el cuarto centenario del descubrimiento del río Amazonas se realizó, en 1942, una exposición amazónica en la que obtuvo el primer premio con unas esculturas que representan a las “amazonas” como arqueras. Ellas se encuentran ahora en el Museo de Historia Natural Javier Prado, de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Por ese tiempo pinta su famoso cuadro “Los Andes”, para muchos su obra maestra. Posteriormente, expuso varias escenas de la naturaleza iqueña en la entonces Galería de Lima. Aparecen en sus paisajes, el desierto de Ica con sus lagunas, pantanos y huarangos. El pintor y crítico Juan Manuel Ugarte Elespuru, consideraba que Sérvulo Gutiérrez:
“[…] era en verdad un autodidacta, y fue, por encima de todas las circunstancias, un puro intuitivo; sin lugar a dudas la personalidad más singular que ha producido nuestra pintura en los últimos 30 años”. —Juan Manuel Ugarte Elespuru
En sus últimos años destacan sus cuadros sobre el Cristo de Luren y Santa Rosa. Una de las variantes de su pintura dedicada a la santa limeña la realizó en el muro de un bar… Falleció de una afección hepática en 1961, en Lima.
El pintor Teodoro Núñez Ureta sostiene que en el expresionismo de Sérvulo, el color toma
“el mando de su forma y ésta se desdibuja, se estremece, vibra y ondula al unísono de su pinceleo rápido, preciso, espontáneo, repentista e instintivo. Sus trazos son febriles , dislocados, caligráficos, de un lenguaje plástico de gramática particular, en la que se atropellan todas las normas de la lógica y se imponen las de un orden propio, instintivo, iluminado”. —Teodoro Núñez Ureta.
Una primera modernidad artística, 1940-1947
La renovación pictórica iniciada con los Independientes empezó a consolidarse a inicios de la década de 1940. Muchos de los nuevos pintores, como Macedonio de la Torre, Carlos Quízpez Asín y Sérvulo Gutiérrez (1914-1961), habían estudiado en el extranjero. Sus opciones estéticas fueron adoptadas independientemente y, por lo tanto, variaron mucho entre sí. Mientras Sérvulo se inició con una figuración de riguroso formalismo, su lenguaje fue progresivamente derivando hacia el expresionismo que, para mediados de la década de 1950, llegó a extremos que otorgaron a su pintura un carácter singular. Quízpez Asín se mantuvo dentro del postcubismo, alternando entre el geometrismo y la figuración de superficies y colores planos. Macedonio de la Torre, en cambio, tendió hacia una investigación sostenida de las formas orgánicas que lo llevaría de manera progresiva hacia la abstracción en la década de 1950. Todos ellos practicaron una pintura en la que los valores formales adquirían mayor peso sobre los objetos o conceptos representados en el lienzo, y todos también dieron prioridad a temas ajenos al repertorio indigenista.
Atraído ya por la pintura y con el deseo de perfeccionar sus conocimientos, permaneció en Buenos Aires y trabajó durante varios años al lado de Emilio Pettorutti. Luego se dirigió a París (1938-1940), donde estudió libremente pintura y escultura.
Contexto histórico
La Segunda Guerra Mundial obliga al artista Sérvulo a regresar al Perú, donde continúa dedicado al arte y también a la bohemia. Con motivo de celebrarse el cuarto centenario del descubrimiento del río Amazonas se realizó, en 1942, una exposición amazónica en la que obtuvo el primer premio con unas esculturas que representan a las “amazonas” como arqueras. Ellas se encuentran ahora en el Museo de Historia Natural Javier Prado, de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Por ese tiempo pinta su famoso cuadro “Los Andes”, para muchos su obra maestra. Posteriormente, expuso varias escenas de la naturaleza iqueña en la entonces Galería de Lima. Aparecen en sus paisajes, el desierto de Ica con sus lagunas, pantanos y huarangos. El pintor y crítico Juan Manuel Ugarte Elespuru, consideraba que Sérvulo Gutiérrez:
“[…] era en verdad un autodidacta, y fue, por encima de todas las circunstancias, un puro intuitivo; sin lugar a dudas la personalidad más singular que ha producido nuestra pintura en los últimos 30 años”. —Juan Manuel Ugarte Elespuru
En sus últimos años destacan sus cuadros sobre el Cristo de Luren y Santa Rosa. Una de las variantes de su pintura dedicada a la santa limeña la realizó en el muro de un bar… Falleció de una afección hepática en 1961, en Lima.
El pintor Teodoro Núñez Ureta sostiene que en el expresionismo de Sérvulo, el color toma
“el mando de su forma y ésta se desdibuja, se estremece, vibra y ondula al unísono de su pinceleo rápido, preciso, espontáneo, repentista e instintivo. Sus trazos son febriles , dislocados, caligráficos, de un lenguaje plástico de gramática particular, en la que se atropellan todas las normas de la lógica y se imponen las de un orden propio, instintivo, iluminado”. —Teodoro Núñez Ureta.
Periódico digital, con la información cultural más relevante del quehacer artístico,escrito por jóvenes estudiantes ,profesores, directivos y artistas plástico invitados de nuestro país.En la espera de su importante colaboración con artículos relacionados a la problemática del arte de la Región(Ica)